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I feel it deep within,
It's just beneath the skin
I must confess that I feel like a monster
Monster, Skillet
CATO
Si tras los cañonazos de anoche el himno hubiese tardado unos minutos más en sonar, creo que habría terminado de perder la cabeza.
Lo he estado notando más que nunca desde el ataque de las rastrevíspulas. Empieza como siempre: una furia abrasadora dentro, la misma que hace que sea un buen luchador; sólo que ahora, no hay límite que pueda controlarme. Lo consume todo. Me estoy volviendo loco, como en mis peores momentos, con cada instante que paso en esta puñetera Arena. Cosas como la muerte del chico del 3, aunque se lo merecía y aunque era un inútil, me asustan. Me da miedo que, si vuelvo de aquí, no sea capaz de recuperarme. Y desde que estoy solo es muchísimo peor.
Nunca me había alegrado más por saber que alguien había muerto que cuando las caras de Marvel y la niña del Distrito 11 aparecieron en el cielo. Y a pesar de ello, he dormido aún menos de lo normal, en parte por el hambre, y en parte por ese impulso ansioso que me domina sin poder evitarlo.
Como si oyesen mis pensamientos, mis tripas rugen. Este día en solitario me ha demostrado, por si me quedaba alguna duda, que no valgo una mierda como cazador. Soy ruidoso, impaciente, y los animales se huelen mi presencia a un kilómetro, como mínimo. Sin Clove a mi lado, ni siquiera sé qué plantas son comestibles y cuáles me matarán en cuanto me las lleve a la boca; lo único que me mantiene alimentado son mis patrocinadores, y estoy seguro de que esta dependencia no va a hacer que continúen a mi lado mucho tiempo. Sobre todo, si tenemos en cuenta lo mucho que ha fortalecido su posición la niñata combustible.
El nombre le viene al pelo: sólo pensar en ella hace que toda la rabia, la furia y la ira prendan en mí instantáneamente. Matarla ya no es una cuestión de honor, de venganza, no tiene nada que ver con lo bien o mal que me caiga. Es que si no acabo con ella, ella terminará conmigo desde dentro.
Escucho el sonido de algo rasgando el aire, y no puedo evitar mirar esperanzado hacia arriba; aunque reservé un pedazo de pan tosco de lo que recibí ayer (una broma que a Brutus le haría muchísima gracia, estoy seguro), todavía no me han enviado nada hoy, y por tanto, estoy prácticamente en ayunas. Sin embargo, mis esperanzas no se cumplen. No me doy cuenta de lo que está sucediendo hasta que veo un cuchillo clavado en un árbol, a mi espalda.
Desenvaino la espada en el momento justo en que Clove cae de un árbol como un gato.
-¿Qué haces aquí? –Exclamo.
-Salí como representante femenino de mi Distrito en los Juegos del Hambre, ¿te acuerdas?
Gruño.
-No estoy de humor, Clove.
-Ni yo. Pretendía cazar tributos y como siga tirando así, estaré muerta antes de mañana. Debe de ser que aún tengo las manos frías de anoche.
Miro otra vez el cuchillo, que ha abierto un tajo en el árbol por el que empieza a supurar savia. Un blanco grande, prácticamente inmóvil como lo estaba yo... Clove no fallaría eso.
Sólo intentaba advertirme de lo fácil que habría sido matarme. Tengo que tener más cuidado, joder.
Levanto la espada por inercia cuando Clove se acerca a mí; sin embargo, ella se limita a perforarme con su mirada fría antes de empezar a retorcer el cuchillo que ha clavado en el árbol.
-Puede que haya fallado la primera vez, Cato, pero ahora ya se me ha desentumecido la mano.
“Si quisiera matarte, ya estarías muerto, idiota.”
Miro de la espada a ella una vez, casi avergonzado, y la bajo. Mientras, Clove saca el cuchillo lleno de resina con una mueca.
-Qué asco. Ojalá supiera preparar sirope con esta mierda.
Mis tripas vuelven a rugir.
-Y que lo digas.
Ella se me queda mirando fijamente, como evaluando qué hacer a continuación. Noto que desvía los ojos a un lado y a otro un instante; está buscando cámaras, sin duda.
-Tienes mucha hambre, ¿no?
Asiento con la cabeza. Clove suspira.
-Oye, sé que rompimos nuestra alianza y todo eso, pero te quiero proponer un trato.
Se lleva las manos a su mochila, buscando algo que resulta ser una especie de caja de plástico de color verde; cuando la abre, veo numerosos paquetitos y sobres de aluminio, todos colocados de manera que aprovechen hasta el último recoveco de la caja. Cruzo los brazos sobre el pecho, sin saber muy bien qué es lo que pretende... Hasta que caigo en la cuenta.
-Una ración de combate –no puedo controlar el deje de fascinación en mi voz -. ¿De dónde ha salido?
Clove evita contestar deliberadamente.
-Tú tienes hambre, y yo necesito que alguien me cubra las espaldas mientras intento dormir sin morirme de frío. ¿Te parece bien?
Me tiende una mano. Claro, por eso estaba buscando cámaras. Espero que algún tributo esté haciendo algo más interesante en este momento, porque si dudábamos que al público le gustara vernos colaborar mientras aún quedábamos ocho, ahora que somos seis, muchísimo menos. Pienso en rechazar la oferta; pero tengo demasiada hambre, y alejarnos cada uno por nuestro lado como si tal cosa sería aún peor de cara a nuestros patrocinadores; al fin y al cabo, lo que buscan cuando nos defienden es a unos luchadores sangrientos y letales, no dos niños que evitan matar cuando tienen la oportunidad. Y si tenemos en cuenta lo mal que le viene a mi cabeza la soledad...
Estoy a punto de estrecharle la mano cuando vemos una columna de humo ascender no muy lejos de aquí.
Al principio no soy consciente de lo que pasa; sólo pienso en que, a estas alturas, un tributo tan estúpido como para delatarse de esa manera debería estar ya muerto. Pero entonces Clove murmura una palabrota casi ininteligible, y las piezas del puzle conectan en mi cabeza.
Se me tensan los músculos sin yo quererlo.
-Es ella, ¿verdad? La niñata en llamas otra vez, y la muy cabrona nos está lanzando un maldito desafío.
Ni siquiera espero una respuesta. Alzo la espada de nuevo, y empiezo a caminar hacia la columna de humo con una decisión casi delirante. A mi espalda, oigo una voz decirme algo, pero la mezcla explosiva de adrenalina e ira hace que se me nuble la vista y me piten los oídos; sólo puedo ver la sangre, tan roja como las llamas de mi enemiga, que voy a derramar en unos minutos, el brillo de la espada al llevarse otra vida...
No soy consciente de lo que sucede hasta que la mano de Clove agarra mi brazo y pega un tirón brusco.
-¿QUÉ? –Exclamo.
Clove tiene que interponer un cuchillo entre medias para que me dé cuenta de que he lanzado mi mano libre directamente a su garganta. Temblando, la bajo, pero mantengo la espada lista para atacar. Pese a todo, Clove conserva esa calma fría que la caracteriza; sólo sus ojos llamean.
-Puedes hacer lo que quieras –dice, despacio -; pero si lo pensases un poco, te darías cuenta de que es una trampa mortal. Esa chica está muy cabreada porque uno de los nuestros mató a su aliada y acabará con todo el que se le cruce en medio sin pensarlo. Tú, mientras tanto, estás mal alimentado, seguramente habrás dormido mal esta noche, y sólo tienes un arma de corto alcance que no te servirá de nada contra su arco.
-Clove –digo entre dientes -. Me está volviendo loco.
Oírlo hace que algo en su mirada cambie. Clove me conoce demasiado bien y sabe que no es una simple forma de hablar, sabe la verdad que se oculta en mis palabras. Cuando contesta, lo hace en un susurro, suficientemente bajo como para que nadie más que yo pueda oírlo.
-Entonces, quédate conmigo.
***
Un par de horas más tarde, Clove duerme sobre su chaqueta mientras yo monto guardia.
La comida me ha sabido tan bien que casi me he olvidado de la niñata del carbón, y eso que la mitad venía en polvitos: caldo de pollo, espaguetis boloñesa rehidratados, carne desecada y una tableta de chocolate con almendras que Clove me ha dejado entera y que yo he devorado. Poco después, ella ha empezado a bostezar, así que le he asegurado que yo me encargaría de vigilar mientras dormía.
También me ha contado lo que vio anoche, lo que le ha hecho darse cuenta de que no era razonable perseguir a nuestra enemiga; ha dicho que por eso mismo ella tampoco se lanzó a atacarla, pero no me ha parecido que fuera del todo sincera. De cualquier manera, no he querido presionarla: se la veía cansada y, la verdad, ella no es la única que oculta cosas.
Porque aunque le haya dicho lo que me pasa con la chica en llamas, no le he hablado del efecto casi mágico que ejerce su presencia a mi lado. De que oírla hablar ha hecho que mi necesidad de perseguir a nuestra enemiga haya desaparecido instantáneamente, ni mucho menos que me siento más tranquilo al saber que puede dormir bien, porque yo estoy aquí para acabar con cualquier idiota que piense en atacarla en el único momento en el que es vulnerable.
Y no le ha hablado de ello, porque estos no son los pensamientos de un profesional. Un profesional está centrado en ganar, como le aseguré la noche que ella se empeña en olvidar. Joder, ¿por qué me pasé tanto entonces? ¿De verdad me creía lo que estaba diciendo? Giro un poco la cabeza para verla dormir: pese a que lleva un cuchillo en cada mano, su cara tiene una expresión más inocente de la que nunca tendrá despierta, la cascada de pelo enmarañado como un halo negro a su alrededor. Puede que quiera ganar estos Juegos, y que Clove los pierda es indispensable para que eso suceda. Pero, ¿de ahí a matarla a sangre fría? ¿A Knivey? Venga ya.
El sol ya está bajo cuando ella se despierta. Intercambiamos unas pocas palabras, tensas porque los dos sabemos que ya no nos quedan más razones para permanecer juntos, y recogemos nuestras escasas pertenencias. Clove me regala a hurtadillas (ya sabes, los patrocinadores) lo que queda de la ración de combate, haciendo como que se olvida de ella. Yo se lo agradezco con una mirada, antes de que se sumerja de nuevo en el bosque...
Y sienta cómo la cordura de las últimas horas se va con ella.
CLOVE
Las gafas nocturnas dejarán de hacerme falta dentro de poco.
Es verdad que hace un frío terrible, y que todavía no he encontrado ningún tributo pero, aun así, agradezco poder cazar por la noche. En movimiento, las bajas temperaturas se llevan mejor, y los animales nocturnos no se esconden igual de bien, con lo que son más fáciles de encontrar. Pese a que mis habilidades culinarias campestres siguen siendo nulas, me siento mejor con el puñado de huevos que he robado en varios nidos, y he escondido una liebre que habría llevado conmigo si no me hubiese dado miedo atraer a los depredadores con el olor. Me siento cómoda entre las sombras, estoy descansada, fresca, y en solitario me muevo rápida y silenciosa, todo gracias a mi pacto con Cato...
Aunque la razón por la que he pactado no es esa. No, ni mucho menos.
Es porque se ha ido. La sensación asfixiante de anoche, el regusto de la angustia al oír los cañonazos, han desaparecido en cuanto le he visto, llevando el ruido de cada paso como una señal fluorescente de su posición. Ha sido un acto puramente egoísta, asegurarme de que está bien para poder actuar con normalidad; conseguir unas horas de sueño no ha sido más que un buen añadido, una excusa a mi cerebro para que me permitiera este capricho.
“Me está volviendo loco.”
No hacía falta que me lo dijera, pero oírselo admitir ha sido aún más duro. Cato nunca ha estado del todo bien de la cabeza, pero ni en sus peores momentos lo había reconocido. No tengo más que recordar el momento en que le conocí, en el que casi me mata por echárselo en cara. Un escalofrío me recorre: si no hubiese llegado a estar allí, si se hubiese enfrentado en esas condiciones a la chica en llamas...
Desecho la imagen tan pronto como aparece en mi mente. No, no quiero verlo. Y no quiero pensar en ello. Dije que me centraría en ganar, ¿no? Pues es lo que voy a hacer. Lo de hoy ha sido puntual, sólo un trato. No se va a repetir. No le voy a volver a ver, y rezaré porque no nos toque enfrentarnos al final.
Estoy repitiéndome esas palabras cuando las trompetas de un anuncio resuenan. Doy un respingo, sorprendida. Lo cierto es que un banquete a estas alturas, un banquete de verdad, sería genial; las raciones de combate no me van a durar para siempre. Espero a que Claudius Templesmith nos anuncie una fecha, pero esta no llega.
En su lugar, habla de un cambio en las reglas. Y para asegurarse de que lo hemos entendido, de que no he sido yo quien se lo ha imaginado, lo repite otra vez.
Puede haber dos ganadores mientras sean del mismo Distrito.
Puede haber dos ganadores mientras sean del mismo Distrito.
Repito las palabras, despacio, paladeándolas, asegurándome de que no se van.
Puede. Haber. Dos. Ganadores.
Así que puedo ganar con Cato.
FIN DEL CAPÍTULO 48
¡Y hasta aquí el capítulo de hoy! Ya sabéis que cualquier cosilla me la podéis dejar en un comentario y que la recibiré con una sonrisa.
Un besazo y, ¡nos leemos!
¡POR FIN, POR FIN, POR FIN! Llevo esperando ese anuncio desde que entraron en los Juegos.
ResponderEliminarEn este capítulo te has lucido, ver cómo los Juegos van enloqueciendo a Cato poco a poco... En serio, impresionante.
¡Muchísimas gracias! No sabes la alegría que me das; reflejar la locura de Cato y cómo va disminuyendo y aumentando a lo largo de la historia es para mí una de las partes más importantes pero también más difíciles de conseguir.
Eliminar¡Un besazo!
Aaah!! Eres cruel y despiadada, casi como Cato y Clove juntos!
ResponderEliminarComo me haces esto? ese anuncio lo estaba esperando con ansias locas y me dejas ahí... Apiadate de mi alma.
Una vez que pasó la locura, hermosa, el capítulo genial, creo que lo mejor vinene despues, su reencuentro, santa madre de Dios, quiero leerlos, aunque no creo que valla ser como el encuentro de Peeta y Katniss, pienso que sera algo frío pero aun asi permiteme apelar a tu buena voluntad y pedir que les permitas un abrazo, chiquito y breve si gustas, pero uno aunque sea. Siiiiiiii???
Besos, espero el siguiente cap con mucha ilusión.
¡Muchas gracias!
EliminarJajajaja, no podía no dejaros con las ganas de leer el siguiente. Por supuesto, Cato y Clove tienen nada y menos que ver con Katniss y Peeta... Pero lo mismo os lleváis una sorpresilla agradable con el reencuentro.
¡Un beso!
Madre mía que capitulazo, cato me da miedo, está irremediablemente loco y que Clove parezca su unica ancla a la cordura no hace más que asustarme más. Cato bien podría hacer algo horrible si la pierde. xD
ResponderEliminarY aun así creo que no me discusta leer de ellos y la reacción de clove tras el anuncio, se quieren, fin *-*
Sin duda, aunque a los dos les cueste mil vidas admitirlo, se quieren como pocas personas.
EliminarLa salud mental de Cato, por su parte, va a tener bastante más protagonismo a partir de ahora, así que toca prepararse jeje.
¡Un beso!
Dios mio me ha encantado fue un capítulo increíble, cato me parecío tan dulce (tanto como él puede llegar a ser) que saber lo que viene después... Duele
ResponderEliminarEspero que el próximo capítulo venga pronto, estoy segura de que todos lo esperamos con ansias, saludos!!!
¡Muchas gracias! Sí, la verdad que, dentro de sus límites, este es de los pocos capítulos en los que Cato se permite a sí mismo un pelín de sentimiento.
Eliminar¡Un beso!