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I can't control myself because I don't know how,
And they love me for it honestly, I'll be here for a while.
So give them blood, blood, gallons of the stuff!
Give them all that they can drink and it will never be enough.
So give them blood, blood, blood.
Grab a glass because there's going to be a flood!
Blood, My Chemical Romance
CATO
Sesenta segundos.
Lo primero en lo que pienso es que la chica en llamas está demasiado lejos de mí como para que la alcance antes de que salga a correr; incluso si no lo hace, seguro que algún otro de los profesionales se encargará de ella antes de que yo pueda reclamar mi derecho. Suspiro exasperado; es una pena que los Vigilantes no hayan visto la oportunidad del espectáculo que supondría su muerte a mis manos, pero ya no puedo hacer nada. Con cuidado de no salirme de la plataforma para no volar en pedazos, fijo la vista en la entrada a la Cornucopia más cercana y adopto la posición de correr. Dentro habrá armamento de todo tipo, y cajas enteras de comida que nos mantengan durante todo el tiempo que dure la competición; sin embargo, primero tengo que llegar a ellas. Rastreo el prado en el que nos encontramos con la mirada hasta que localizo, relativamente cerca de mí, una pareja de cuchillos sobre un juego de mantas. Preferiría una espada o una lanza, pero tendrá que servirme en caso de que mis manos no basten.
Menos de treinta segundos. Justo a mi lado, una chica delgaducha parece dispuesta a lanzarse al baño de sangre. Observo su mirada clavada en los mismos cuchillos en los que ya me he fijado yo, y sonrío para mis adentros: ya puede correr, o todo apunta a que será la primera víctima. Veo una espada de mango mate y filo reluciente un poco más allá, apuntándome ir a por ella en cuanto pueda.
Diez segundos. Al otro lado de la Arena, Clove debe de estar tamborileando con los dedos sobre su pierna, como hace siempre que está nerviosa. Nueve. ¿Y eso a mí que más me dará? Ocho. Su reacción ayer fue completamente excesiva. Siete. Pero espero que haya podido dormir bien, igualmente. Seis. No, me tiene que resbalar cómo coño haya dormido. Cinco. Cato, céntrate, joder.
Cuatro. Tres. Dos. Uno.
¡GONG!
Poniendo hasta la última fibra de mi cuerpo en el empeño, salgo disparado hacia los dos cuchillos que se encuentran a quince metros de mí. La chica delgaducha es suficientemente estúpida como para no cejar en su empeño, y su cara incluso se ilumina cuando llega un segundo antes que yo; qué ilusa. Aprovechando el impulso de la carrera me lanzo con todo mi peso sobre ella, y utilizo el instante de confusión que la asola para arrebatarle el cuchillo y pasárselo por la garganta. En menos de un segundo, el hilo de sangre se convierte en cascada y ella cae al suelo, convulsionándose. No me detengo a observar lo grotesco del espectáculo: me esperan cosas más importantes que hacer. Apartando de mi camino a otro chico medio muerto que se aferra a mi rodilla como si pudiera salvarle, corro hasta que la espada de mango mate está en mis manos. Guardo el cuchillo (es de los que le gustan a Clove) y disfruto de la oleada de energía que supone un arma de verdad, pesada y poderosa, para mi cuerpo. A lo lejos, veo que Marvel ya está empuñando una lanza con la punta teñida de rojo, y del hombro de Glimmer cuelga algo que lanza destellos plateados. Antes de que alguno de los dos se me adelante, me adentro en la Cornucopia, ahuyentando a los pocos tributos vivos que quedan.
Una vez en su interior, es imposible sacarme la sonrisa del rostro. Espadas curvas, mazas, mandobles, lanzas de todos los tamaños y unas dos decenas de sets de cuchillos aguardan a ser cogidos entre cajas llenas de (presumiblemente) comida y medicamentos. Observo detenidamente un grupo de lanzas colgadas del techo, cuyos cabezales de repuesto se encuentran ordenados en el suelo. Me deleito en la tranquilidad del momento, aun con el corazón bombeando a mil por hora de pura adrenalina, y estoy sacando una espada de su funda para comprobar el balance y el filo... Cuando oigo un ruido tras una caja.
Instintivamente, adopto una postura de ataque y me lanzo a la carga con la espada en alto, pero un grito me frena a pocos segundos de hundir el arma en una cabeza rizada... Que ya conozco.
-¿Xack?
Con una expresión de puro pánico en su cara, mi aliado asoma tras la caja.
-Cato. –suspira aliviado en cuanto me reconoce.
-¿Qué haces ahí, inútil? Un segundo más y te habría atravesado la cabeza.
-Tamina me dijo que me escondiese aquí hasta que hubiese terminado el baño de sangre. Dijo que nadie que no fuese de nuestro grupo entraría...
-Lo que Tamina no comentó es que no estamos aquí como niñeras. –le corto con voz amenazante -Sal y haz algo práctico antes de que me arrepienta de no haber acabado contigo.
Los ojos de Xack siguen llenos de miedo pero parece que, más que por lo que pueda quedar de lucha, es por mí. Coge la espada que yo he tirado antes al suelo (“es demasiado pesada para ti, idiota”) y se dispone a salir cuando de repente, su boca se abre en una “o” perfecta y queda paralizado.
-¿Y ahora q...
No me da tiempo a acabar la frase. Oigo un silbido a mi espalda y sin pararme a pensar en lo que hago, giro con la espada en alto para encontrar en su recorrido el cuerpo de un tributo con una ballesta lanzadardos a medio cargar. Antes de darle tiempo a reaccionar, clavo el arma en su abdomen, y de una patada en el brazo, mando la ballesta lejos de nosotros, donde no hiera a nadie en una descarga accidental. El tributo cae al suelo en cuanto saco la espada, no sin cierto esfuerzo, salpicando gotitas rojas y tosiendo compulsivamente; está claro que le quedan pocos segundos de vida, así que me permito el lujo de despreocuparme de él por completo.
Siento un nuevo chute de adrenalina recorrerme ante la cercanía de la muerte y sonrío; pero la euforia se me pasa nada más girarme.
Xack también está en el suelo, gimiendo de forma casi inaudible mientras una mancha roja se extiende por su camiseta. El imbécil de la ballesta tenía una puntería de mierda y no ha acertado donde debería haberlo hecho para causar una muerte rápida, pero en cuanto me acerco y levanto la tela queda claro que no hay nada que pueda hacer para salvarle: el dardo iba con fuerza, y la herida es demasiado profunda para repararla sin asistencia médica.
Así que, tomando aire, hago lo mejor que puedo hacer, dadas las circunstancias: miro a Xack a los ojos, llenos de lágrimas, y de un espadazo, limpio y certero, acabo con su sufrimiento. Suelta un último gemido, y la mirada se le apaga para siempre.
Suspiro pesadamente.
-Joder. –digo, casi por inercia.
Me paso la mano para limpiarme el sudor y la sangre de la frente e, inconscientemente, la llevo a mi brazo izquierdo. No es hasta que veo la palma manchada que soy consciente de los hilos rojos que caen desde mi bíceps hasta gotear en el suelo. El maldito dardo me ha rozado a mí también; espero que no tuviese veneno. Localizo rápidamente un kit de primeros auxilios y, preocupándome sólo de echar un poco de antiséptico antes, tapo la herida con una venda.
Tendré tiempo de sobra de curármela una vez que todo se haya calmado, pero por ahora tengo que ver cómo está la situación fuera: salgo de la Cornucopia para encontrarme, frente a mí, con que Glimmer está acabando con el último tributo no profesional que queda vivo... O quedaba, al menos, unos segundos atrás. A lo lejos, el gigante del 11 corre con una mochilaza al hombro, pero nadie tiene fuerzas para perseguirle; con suerte, se matará él solo.
En cuanto me ve, Tamina se acerca corriendo hasta mí, cansada, pero seria como una tumba.
-¿Dónde está Xack?
-Muerto. Dentro.
Sus ojos se abren y pasan de mi cara hasta mi espada manchada de sangre y de vuelta a mi cara en un segundo. Una sombra de puro odio y resentimiento le nubla la mirada antes de apartarme de un empujón para ir a ver por sí misma el cadáver.
Que piense lo que quiera: si su compañero ha muerto es por su culpa, no por la mía.
-Vámonos de aquí para que limpien todo esto; en cuanto volvamos, haremos recuento de lo que tenemos. –digo, escupiendo al suelo.
Como viene siendo habitual, los demás me hacen caso, incluso Tamina, en cuanto sale de la Cornucopia, igual de seria que antes y con una mirada que invita a alejarse de ella. Nos dirigimos hacia el lago cercano a la pradera, y allí contamos a voces nuestras victorias durante la lucha de sangre. Siento una oleada de ira dentro de mí cuando me entero de que, al parecer, nadie se ha encargado de acabar con la chica en llamas; sin embargo, me calmo ante la oportunidad que se me plantea: si sigue por ahí, correteando y huyendo, es muy probable que vuelva a encontrarse con nosotros... Y entonces yo la mate con mis propias manos.
-¿Cuántos, Cato? –pregunta Glimmer, sacándome de mis pensamientos.
En cuanto ha podido, se ha limpiado la cara en el agua del lago, pero aún no le ha dado tiempo a rehacerse las coletas que, despeinadas, le restan parte del encanto tan detalladamente confeccionado del que ha hecho gala hasta ahora. Viéndola así, acercándose a mí en cuanto puede, es imposible no darse cuenta de que no hay nada fresco ni espontáneo en ella, por muy buena que esté.
Dejo una pausa demasiado larga antes contestar, y miro sin poder controlarlo a Tamina una fracción de segundo.
-Tres. –digo finalmente.
Técnicamente, he sido yo quien ha matado a Xack, y necesito fortalecer mi posición de líder sobre el grupo, ¿no?
-Vaya, yo sólo uno. –contesta Glimmer con un puchero, apoyando su cabeza en mi hombro.
Incómodo, aprovecho para cambiar de tema.
-¿Y el chico amoroso, dónde está?
-Salió corriendo hacia el bosque. Saca las implicaciones que quieras de ello.
Es la primera vez que Clove habla desde que nos hemos parado, con voz seca y sin mirarme a la cara en ningún momento. Me quedo callado, sin saber muy bien qué contestar ni si sus palabras tendrán un doble sentido más allá de lo obvio; por suerte, los cañonazos que marcan las muertes de hoy empiezan a sonar en ese preciso momento.
“Salvado por la campana.” Me digo a mí mismo.
Todos permanecemos atentos hasta que se oye el último. Uno, dos, tres, cuatro... Hasta once. Quedan trece para jugar, doce vidas antes de que esto se acabe.
Parece increíble que todo quede reducido a eso.
-Volvamos antes de que nos roben algo. –dice Clove.
Aunque sigue sin mirarme abiertamente, su expresión ha cambiado un poco después de oír los cañonazos.
“Espero que no sea nada malo” pienso mientras nos levantamos y comenzamos a caminar nuevamente.
“Espero que no sea nada malo para el grupo.” Me obligo a corregirme dos segundos más tarde. Para nuestra supervivencia en general y para la... Mía, en particular.
Necesito ocupar la cabeza en algo ya, joder.
Por desgracia, hacer inventario no es la manera más entretenida de conseguirlo. Pasamos al menos dos horas abriendo cajas y más cajas, clasificando en comida, medicamentos, útiles de refugio y armas, y estas así mismo en lanzas, espadas (Marvel y yo), cuchillos (Clove), y todo lo demás (Tamina y Glimmer).
Estoy guardando lo que parecen ser unos diez kilos de manzanas a un saco de arpillera, cuando oigo una voz conocida a mi espalda.
-Necesito hablar contigo. –dice Clove casi en susurros.
Me doy la vuelta, dispuesto a preguntarle qué quiere; pero la pelea de ayer vuelve a mi cabeza, disuadiéndome de ello.
-No es el momento ni el lugar.
Ella suelta un bufido.
-Venga, Cato, no seas infantil.
-Los dos dijimos todo lo que teníamos que decir ayer, ¿no? Y si no recuerdo mal, la que se fue corriendo fuiste tú.
-Lo de ayer –responde con tono glacial –no ocurrió nunca. Fue un momento de... Yo qué sé, los nervios el cansancio... Olvídate de ello, no estaba siendo yo. Pero esto es importante.
-¿Qué pasa? –pregunto.
-¿Has matado tú a Xack?
Firme y directa al grano, como es Clove. Clava su mirada, dura e imbatible en mí, esperando una contestación... Que no llega.
-Cato, ¿le has matado o no?
-¿Y a ti qué más te da?
-Por Dios, ¿puedes comportarte como un adulto?
-Pero, ¿por qué te importa tanto? ¿Te llevarías otra decepción al saber que también soy capaz de matar niños? ¡Pues sí, Clove, lo soy, lo he matado, soy un puto asesino que hará lo que sea por ganar estos malditos Juegos, por mucho que eso te duela a ti...
-Creo haber dejado muy claro que NO mencionaras nada ni remotamente relacionado con lo de anoche. –aunque trata de controlar su cuerpo, la ceja de Clove está tan arqueada que resulta casi cómico. –No tiene nada que ver con eso, idiota. Lo digo por Tamina.
-¿Qué pasa, ahora sois las súper amigas?
Clove gruñe, algo muy poco frecuente en ella.
-Bueno, se acabó. Mira, Cato, te estoy intentando ayudar, pero si prefieres hacerlo todo tú solo, estupendo. Me largo.
Da media vuelta, dispuesta a irse con su parte del inventario; sin embargo, antes de que le dé tiempo a dar dos pasos, mi mano está agarrando su brazo de forma casi posesiva, y las palabras salen de mi boca sin que yo pueda controlarlas.
-No, quédate. ¿Qué tienes que decirme?
Ella permanece callada unos segundos, esperando a que me disculpe. Bueno, no, esperando a que me disculpe, no: me conoce lo suficiente para saber que no lo haré. Lo que hace es valorar si merezco que comparta su información conmigo. Finalmente, suspira y comienza a hablar.
-Xack es... –pero se calla abruptamente.
-Niñato de mierda... –es lo siguiente que dice entre dientes.
Ya no me está mirando a mí, sino más allá, tras mi espalda. Me doy la vuelta para ver una mancha de pelo rubio que cojea un poco mientras sale del bosquecillo de pinos y no puedo evitar reírme: el chico amoroso.
Doy un paso adelante, dispuesto a acabar con él, pero Clove me para.
-Tú llevarás tres, pero a mí se me ha escapado ya una antorcha humana y sólo he matado a uno; déjamelo a mí.
No suelo obedecer órdenes, vengan de Clove o vengan de quién sea; pero ese tono de voz frío, esa cara de tenerlo todo controlado aun cuando está a punto de matar a alguien...
Me pone. Y me recuerda demasiado a casa.
-Todo tuyo.
FIN DEL CAPÍTULO 40
***
¡Taráaaaan! Ya está aquí, ya llegó, ¡ya podemos hablar de ello! ¿Os ha gustado la lucha? ¿Os esperabais más? ¿Menos? ¿Habríais hecho algo diferente? Como siempre, cada comentario vale oro, así que, ¡no dudéis en dejarlos! Un besazo, y nos vemos pronto ;).
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, me encanta lo que escribes tus historia son una maravilla, este capítulo me encanto igual que las demás, me encanta como esta avanzando la historia de cato y clove ¡¡nunca dejes de escribir por favor!! ¡¡Eres una estupenda escritora!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me hace muchísima ilusión que me pongáis este tipo de comentarios, y espero que la historia te siga enganchando tanto hasta el final :D.
Eliminar¡Un besazo!
¡Oh, por Dios! ¡POR FIN! Llevo dos años esperando esto y no puedo estar más contenta. Impresionante, aunque algo corto para mi gusto, me ha encantado (no el hecho de que mataran niños, por favor, sigue siendo una matanza). Necesito saber qué pasará con Tamina porque sé que va a ser malo. Y no puedo esperar.
ResponderEliminarJajaja, ¡muchas gracias, Victoria! La verdad que me quedé con ganas de explayarme un poco más, pero creo que así encaja bien con el ritmo de la historia :). En cuanto a Tamina... Ya verás, ya verás ;).
Eliminar¡Un besazo!
Oh por Jesús, estuvo increible, me encanto, que bueno que Clove le respondiera dd esa manera ya se lo merecia. Me tarde en darme cuenta de la actualización pero aqui estoy. Me encantó... ¿QUE SIGUE?
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Sí, como escritora también es muy divertido poder recuperar el tono de Clove de siempre jajaja. Y no te preocupes, que con el tiempo que dejo entre capítulo y capítulo es de lo más normal perderse.
Eliminar¡Besos!
Hola me encantó este capítulo como todos los demás. Cuando vas a subir el próximo capitulo
ResponderEliminar¡Muchas gracias! El siguiente capítulo ya está subido, aunque me temo que uno de mis peores defectos es que suelo tardar bastante en actualizar.
Eliminar¡Besos!