Como prometí, aquí tenéis el capítulo 6 ;). El 9 aún no lo tengo terminado, pero me falta poco y... En fin, no adelantemos acontecimientos.
Creo que este es un capítulo muy bonito, que además demuestra un poco el carácter de ambos, Cato y Clove.
¡Espero que os guste!
...Trust in me, take a chance
feel the tango, will you dance?
Dance with me (will you dance with me?)
Podemos bailar eternamente
CLOVE
El cuchillo rasga
el aire en su camino hasta el corazón del maniquí. Sin parar un segundo, voy
matando a toda la fila. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Se me acaban las
armas y corro con pasos decididos, golpeando el suelo con los pies hasta ellas.
De un tirón en cada uno de los cuerpos, las cojo y vuelvo al mismo sitio.
-¿Tan enfadada
estás? – me pregunta Dock, que se ha mantenido silencioso todo el tiempo hasta
ahora, apoyado en una de las paredes de las salas.
-Sí – respondo
secamente
-¿Por qué? A nadie
le gustan los entrenamientos de protocolo. Deberías sentirte afortunada por
ahorrarte un año de esa tontería.
-Sabes tan
bien como yo que no me ahorro hacer los malditos ejercicios de baile – hablo
sin siquiera mirarle, concentrada en los maniquíes – La única diferencia, es
que en vez de con una pareja, practico los dúos sola, lo cual por si no te has
dado cuenta, es muy deprimente. – Suelto los cuchillos que todavía me quedan en
la mano y me dirijo hacia una zona de tiro con arco. Lanzo algunas flechas que
se acercan bastante al centro, y continúo hasta que una da en el blanco.
Ah, ¿no lo
sabéis? Resulta que en la escuela de entrenamiento, somos impares, y hay una
chica de más que no se podía emparejar. Por supuesto, ¿quién es esa chica? Sí,
yo. Así que, mientras los demás van dando tumbos por parejas en el comedor, yo
hago lo mismo pero sola, y por descontado, no participo en el concurso.
¡Fantástico!
A ver, la cosa
en realidad no está tan mal: en las dos horas que los otros preparan sus
coreografías, yo tengo la opción de realizar entrenamientos individuales con
Dock, que pueden dar mucho más de sí que los de grupo. Pero es que…
-Venga Clove,
deja de mentirme. O por lo menos, deja de mentirte a ti misma. No hay que ser
ningún genio para…
-Te equivocas
– intento responder con aplomo, pero la voz me tiembla ligeramente.
-¿Ah, sí? ¿Y
entonces cómo sabías que te hablaba de él?
A su sola
mención el arco y las flechas se me caen con tanta brusquedad que corren el
peligro de romperse. Y si no fuese demasiado orgullosa para ello, ahora mismo
me echaría a llorar como llevo sin hacerlo más de cinco años.
-Clove, no me
quiero meter en tu vida personal porque eso solo te concierne a ti. Pero si
quieres decirme algo, o necesitas apoyo, sabes que puedes contar conmigo.
Otra vez, es
mi orgullo el que me impide lanzarme a sus brazos y sollozarle todas mis penas
de… ¿amor?
¡No! Desecho
la idea rápidamente. Me siento mal porque es mi amigo y me ha traicionado ¡Qué
narices! ¡Me siento mal porque me ha hecho hacer el ridículo! No necesito
apoyarme en Dock, porque me sostengo perfectamente sola, sin ayuda. Un chico no
lo puede impedir.
-Solo es una
tontería, no tienes por qué preocuparte – le digo con un repentino buen humor –
Pero gracias. Tenías razón, es mejor que nadie me haya cogido como pareja: me
estoy ahorrando un enorme despilfarro de tiempo.
Mi entrenador
sonríe. Es una sonrisa cansada, y, a mi forma de verlo, demasiado vieja.
“Quizás el que debería preocuparse por sí mismo es él” no puedo evitar
observar. Viéndolo ahora, cualquiera habría dicho que hace menos de dos años,
este hombre era capaz de ganar en un combate cuerpo a cuerpo a los mismísimos
gemelos, juntos. Parece tan mayor… Le he cogido mucho cariño en el tiempo que
he estado en el centro, y creo que es lo más parecido a un padre que he tenido
nunca. Tiene gracia, teniendo en cuenta que el auténtico, apenas ha sido para
mí más que un entrenador durante mucho tiempo...
-Ya es la hora
de salir – la voz de Dock me saca de mis pensamientos - ¿Quieres que te
acompañe hasta la plaza? Tiene toda la impresión de que va a haber una nevada,
y me he traído un paraguas.
Sonrío
agradecida, aunque se lo rechazo.
-No hace falta
que te molestes – Es un detalle que me lo haya ofrecido, porque últimamente, mi
familia no está en su mejor momento económicamente: a raíz de las guardias
extra que tiene que realizar mi padre, mi madre se vio obligada a dejar su
trabajo, y la falta de un sueldo ha hecho mella. En las dos últimas heladas, a
falta de guantes, se me entumecieron tanto las manos que estuve una hora hasta
poder lanzar un cuchillo decentemente.
-Oh, no es
molestia, de todas formas tenía que ir al centro a comprar un par de cosas.
-Dock, de
verdad que no es necesario – concluyo, mientras recojo mis cosas y voy afuera.
En el pasillo
cruzo enfrente de la enfermería, y me
parece distinguir a varias personas allí. Me dispongo a seguir cuando una voz
procedente de la sala me llama.
-¡Clove!
¡Clove, espera! – es Coy, el chico nuevo del grupo
-¿Qué pasa?
-Marietta, se
ha torcido un tobillo hoy en los ensayos. Me han pedido que te busque cuando
has cruzado por delante y… En resumen, quieren que vayas a la enfermería.
Intrigada, me
dirijo hacia allí. Dentro, Carolinne está gritando, discutiendo con mi
compañera pelirroja, que se encuentra sentada en el borde de una camilla, y
con… Cato.
A mi entrada,
se interrumpe el griterío.
-¿Me habéis
llamado? – pregunto. Menuda pregunta más estúpida.
Carolinne es
la que responde, en cuanto recupera la compostura.
-Sí querida,
sí – Marietta, Cato y yo alzamos la vista al cielo a la vez en cuanto pronuncia
la palabra “querida”. – Hemos tenido un lamentable incidente.
-Yo lo
llamaría más bien un “derroche de torpeza sin igual” – apunta la otra chica,
imitando el acento de Carolinne en las últimas palabras.
-¡Perdona que
no sepas distinguir derecha e izquierda1 – trona Cato
-¿Que yo no sé
distinguir derecha e izquierda? ¡Pero si he visto piedras con más ritmo que tú!
Se ponen a
discutir entre ellos otra vez, chillando aún más que antes y llamándose cosas
no muy educadas. Para colmo, Carolinne se tapa los oídos con las manos cual
repelente niña pequeña, mientras gesticula exageradamente con cada palabra,
soltando de vez en cuando unos preciosos sonidos estridentes.
Cuando ya creo
que mi cabeza va explotar, les hago callar.
-¡Silencioooooo!
– vacío todo el aire de mis pulmones - ¿Me explicáis que ha pasado, y qué pinto
yo en todo esto?
Al final,
entre unos y otros consigo una idea más o menos clara: Cato y Marietta estaban
practicando, cuando él la ha pisado y le ha torcido el tobillo. Como ahora no
tiene pareja, quieren que sustituya a mi compañera y baile con él.
-Buena suerte
Clove. A ver si tú consigues sobrevivir a dos días con este… Gorila – termina
despectivamente
Nuevas
discusiones. A Cato los ojos se le salen de las órbitas
-¡Te estás
jugando tu otro tobillo Marietta!
-¡Y tú te
jugarías tu capacidad de baile si esta existiera!
Nada, no hay
manera. No sé qué narices habrán hecho en los entrenamientos de protocolo, pero
no pueden decir una frase sin insultarse el uno al otro. Después de quince
minutos, anuncio por encima del griterío que yo me tengo que ir a casa, y que
me llamen cuando se hayan puesto de acuerdo. Salgo, me paro y respiro hondo.
Entonces Cato sale también, lanza un último insulto a su antigua pareja y
cierra de un portazo la puerta.
-Bueno qué,
¿entonces lo haces? – me pregunta bruscamente
-Si me hablas
así, no – respondo fríamente. Venga hombre, encima me tendrá que tratar como si
fuese un perro.
Él suspira.
Cierra los ojos, y al abrirlos, se le ve un poco más calmado.
-Lo siento. Es
que… No sabes lo que han sido los últimos días. Normalmente nos llevamos “bien”
más o menos pero mientras practicábamos ¡no había quién la soportara! Casi me alegro
de que se haya
-Le hayas –
corrijo
-Lo mismo da.
Que “le haya” lesionado el tobillo. Es un cambio muy positivo estar contigo.
-El día en el
que elegimos las parejas no parecías tan convencido – murmuro para mí
-¿Qué?
-Nada, nada
-Pues entonces,
te veo mañana en los entrenamientos – concluye Cato con una preciosa sonrisa.
-¡De ninguna
manera! – irrumpe Carolinne que en este momento acaba de salir de la enfermería
- ¡Habéis perdido media semana de ensayo! ¡Tenéis que poneros al día YA!
-Pero yo tengo
que irme a mi casa – protesto - ¡Lo he dicho hace un minuto mientras vosotros
discutíais!
-¡Pues
practicaréis allí! – exclama airada – De todas formas, el centro cerrará en
nada. Tomad – rebusca en su bolso (¿desde cuándo está ese bolso ahí?) y saca
una cinta - ¿En tu casa hay casete? – asiento a regañadientes – Muy bien, esta
es la canción estándar, aunque si queréis, podéis usar otra. Más os vale – nos
amenaza con el dedo – que mañana tengáis por lo menos el principio perfecto.
¡Adiós! – termina con una fugaz sonrisa mientras se va subida en sus taconazos.
En cuanto la
puerta de la entrada se cierra, Cato y yo soltamos un gruñido
-La mato –
decimos al unísono. Entonces nos miramos y empezamos a reírnos, una risa
nerviosa. Eh, espera, ¡que estoy enfadada con él! Al darme cuenta, frunzo el
ceño y continúo con el tono más duro que puedo.
-Será mejor
que vayamos yendo a mi casa – él asiente y me sigue durante todo el camino.
DOS HORAS MÁS
TARDE
Marietta no
exageraba ni un ápice. Cato es un prodigio de torpeza, en lo que a baile se
refiere. Puede que sea capaz de lanzar dos lanzas de una vez y acertar con
ambas, pero es incapaz de dar un par de pasos seguidos sin
pisarme/tropezarse/caerse/perder el equilibrio o siquiera, seguir el ritmo.
-¡Ay! –
exclamo en un momento determinado
-Lo siento –
se disculpa.
Tras otros
quince minutos, mis pies acaban más que destrozados, mi mente está hasta los
topes de insultos creativos, y ambos necesitamos un descanso. Nos sentamos en
la vieja cama de mi cuarto.
-Cato – digo
-¿Sí?
-¿Te puedo ser
sincera?
-Eeeehm…
Supongo
-Eres una
auténtica mierda bailando – suelto, y él me mira entre sorprendido y furioso.
Por un segundo, temo que se abalance encima de mí como hizo el día que nos
conocimos, pero no es así. Suspira cansado y el enfado se borra de sus ojos.
-Lo sé. -
admite – Marietta tenía razones de sobra para enfadarse conmigo, porque no
conozco a nadie que lo haga peor que yo. Pensé que en parte era culpa de que no
estaba centrado, o no estaba con la pareja adecuada pero… Contigo sigo teniendo
dos pies izquierdos.
-Eh, esto no
es una excusa para autocompadecerse – le echo en cara de forma amistosa. ¿Ha
dicho que yo sí soy la pareja adecuada? Una enorme sonrisa se dibuja en mi
rostro. – Venga, vamos a probar otra cosa. ¿Qué te parece si cuento para llevar
el ritmo de la canción? – me mira confuso- Es muy fácil. Levántate – lo hace –
Vale, ahora cógeme con una mano de la cintura. Un poco más abajo, así – intento
que no se me note lo mucho que estoy disfrutando – Y ahora yo me apoyo en tu
hombro… – hago un vano intento, pero me pilla demasiado arriba.
-Creo que eso
nos va a suponer un problema aún mayor que el de la cintura –dice Cato con una
risita. Nunca le había visto reírse así, con tanta ligereza, y me dan ganas de
hacerlo también
-No hay
problema, me pondré tacones – suelto una pequeña carcajada.
Creo que en
ese momento las cosas empiezan a ir mejor. Ensayamos unos pasos básicos sin
música, mientras yo voy contando
-Un, dos,
tres, un, dos, tres - repito continuamente
Al rato,
encendemos el casete que he subido del salón, y nos movemos al son, hasta que
yo me olvido de contar. Pero da igual, porque nuestros cuerpos ya van solos, y en
la nube en la que vamos flotando, solo tengo que concentrarme en sus preciosos
ojos, en mi mano en su espalda (no consigo llegar al hombro), la suya en mi
cintura…
Y sin embargo,
todo lo bueno tiene que acabar. La cinta deja de sonar, y aunque seguimos
moviéndonos durante al menos un minuto, al final nos separamos. Parpadeo varias
veces algo adormecida, como si acabara de despertar de un sueño, y me da la
impresión de que a Cato le pasa lo mismo. Durante unos instantes más, el
silencio se apodera de la habitación.
-¿Cómo bailas
tan bien? - rompe Cato
Yo le miro
sorprendida
-¿Perdón?
-Que cómo
puedes bailar así. Ya sé que yo soy un desastre, pero tú tienes una facilidad
especial. Cuando te mueves es, como… como si volaras o algo por el estilo. Y
haces que yo sienta algo parecido – confiesa
Sonrío algo
nerviosa
-Gracias – el
color se me sube a las mejillas. Si él supiera...
CATO
Ya en la
puerta, nos despedimos.
-Adiós, Cato
-Adiós, Clove
Cuando estoy
prácticamente con un pie en la calle, la madre de mi pareja llega del salón
-¡Clove! ¿No
irás a dejar que tu amigo se vaya solo, no?
-Oh, señora
Ringer, no importa, puedo ir solo… - me apresuro a decir mientras la chica alza
la vista al cielo. Quizás solo sea una tontería, o cuestión de orgullo, pero
nadie, nadie que no sea Hayden debe saber donde vivo, o moriría de vergüenza.
-¡Claro que
importa! ¡No irán a pensar en tu casa que somos unos maleducados, faltaría más!
Y tras una
corta discusión en la que intento convencer por todos los medios de que no
necesito que nadie me acompañe, acabo con Clove a mi lado de camino a casa. A
mitad de este, veo como ella empieza a soplarse las manos sin guantes, y su
nariz se enrojece. Yo tampoco llevo guantes ni los he llevado nunca, pero la
falta de abrigos decentes durante mucho tiempo me ha hecho bastante
invulnerable al frío. Aun así, a medias porque no quiero llegar a la bifurcación
que separa mi barrio de la Aldea, a medias odiando ver a mi compañera sufrir,
paro en la plaza cercana al centro de entrenamiento.
-Bueno, hasta
aquí lo puedo hacer solo sin que tu madre se dé cuenta. Mañana en tu casa otra
vez, ¿no?
Ella asiente algo
extrañada.
-¿No quieres
que te acompañe hasta el final?
-Por favor
Clove, te estás muriendo de frío. Vuelve a tu casa.- Ella se gira, la melena
negra haciendo ese precioso contraste con su nívea piel. Fuerza una última
sonrisa, y ya no lo puedo aguantar más.
A la mierda lo
que diga Hayden. ¿Qué sabrá ella?
Me lanzo a por
mi pareja de baile y la beso, beso sus fríos labios, con la nieve cayendo a
nuestro alrededor. Temo, como temí hace un año que me rechace, pero sin
embargo, no lo hace. Se agarra a mí como a la vida, tratando de captar el calor
que desprende mi cuerpo, más pegada que hace unos minutos cuando hemos bailado
en su casa, y yo soy incapaz de soltarla. Porque si estoy a su lado nada puede
salir mal… Nada.
FIN DEL CAPÍTULO 6
He de agradecer su colaboración para mejorar este capítulo a la simpatiquísima, y gran escritora, Andrea Everdeen. Créeme, me ayudas mucho más de lo que crees :).
¿Y bien? ¿Qué os ha parecido? ¿Os ha gustado? ¿Ahora mismo estáis buscando desesperadamente el botón de salir? ¿Créeis que hay cosas mejorables? ¡Comentad!
Me encanta. Es genial. ¿Puedes pasarte por mi blog y decirme que te parece mi capítulo 9, pofi?
ResponderEliminarMe ayudaría mucho tu opinión. Gracias.
diamantedelaveta.blogspot.es
¡Gracias!
EliminarIntentaré pasarme, pero no prometo nada, tengo bastantes historias pendientes de lectura :).
¡Un beso!
Buaaaaaaaaa Dillaardi!!!
ResponderEliminarMe has dejado con la boca abierta en el beso, casi se me desencaja la mandíbula
El capítulo es espectacular, impresionante, maravilloso...No tengo palabras para describirlo, es simplemente perfecto
Un beso enorme
¡Muchísimas gracias Beid!
EliminarMe alegro de que te guste tanto, motiva a escribir más :D.
¡Un beso!
Buaaah! Dios mío, DONDE ESTÄ EL SIGUIENTE CAPITULO?
ResponderEliminarEste claramente está, perfecto y muy bien escrito siigue así!
¡Muchas gracias Lucía!
EliminarUn beso ;)
Dios mio amo la frase de ¨ porque si estoy a su lado nada puede salir mal, nada" o dios me ha encantado!!! siguiente pronto por favor!! :) un besazo
ResponderEliminarJajaja, ¡Muchas gracias!
EliminarMe parecía que era muy bonita y que podía llegar a quedar bien :D. ¡Me alegro de haber acertado!
Un beso ;)
Dillardi, luego me dices a mi!
ResponderEliminarDejar así el capitulo es un crimen, ha sido perfecto, tu blog deja la misma intriga que el mio :) un beso muy fuerte! :3
Muchas gracias, ¡pero sabemos que no hay comparación! Tienes un don para dejar con las ganas que yo todavía no alcanzo, y que espero conseguir algún día :).
Eliminar¡Un beso!
Bueno pues que para un capitulo que tanto nos as hecho esperar no esta nada mal jejeje. Bromeo que esta muy bien aunque (siempre hay un aunque) nos dejas con demasiadas ganas de leer el siguiente y esto es injusto !
ResponderEliminarUn beso M
¿Tanto? ¡Semana y media! Es usted, Señorita Mathilde una auténtica exagerada jajaja.
EliminarMuchas gracias y si... Soy malvada muajajajajajaja!!!!!
PD: ¿Este no lo habías leído, verdad?
Ma habia leido el principio y tenia ganas de ver como te las ibas a arreglar para que salga bien jejeje. hem bueno pues creo que eso es todo besos !
EliminarJajaja ah bien :). ¡Un besito!
EliminarOlaaa :) acabo de leer tu bloog y realmente me encanta. Yo acabo de empezar uno si puedes lo leerias y me darias tu opinion?? Graciias
ResponderEliminarQueria hacerte una pregunta, como puedo poner las paginas en el blog? (Lo de inicio, capitulos, isabelle, ...)
El enlace de mi blog es este: http://desperateknifeclove.blogspot.com.es/
Graciias por adelantado ;)
¡Muchas gracias!
Eliminar¿Y un blog sobre Clove? No te preocupes, en nada lo estoy mirando :D. ¿Quieres que te añada a los afiliados?
Lo de las páginas es muy sencillo: cuando en el escritorio de blogger te metes en tu blog, aparecen varioss apartados a la izquierda: entradas, diseño, etc. Una de ellas pone páginas. Al clickar, verás que debajo del título de tu blog, pone "Página nueva". Si clickas, te aparecerán dos opciones: página en blanco, y enlace. Das a página en blanco y, ¡ya está! A partir de ahí se maneja como si escribieras una entrada ;).
¡Un beso!
¿Y para cuando el proximo cap? No, es broma. Me encanta tu blog y no puedo esperar a saber que pasa. ⛄
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarEl próximo cap lo publicaré en breves (si la suerte está de mi parte mañana ;))
¡Un beso!
La verdad que me gusto mucho este capitulo:3 Tienes pagina en Facebook o Twitter? O tienes Instagram?
ResponderEliminarohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh.... que hermoso, algo que casi no es visto, que un chico narre un beso tan tiernamente como Cato :3
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