martes, 31 de marzo de 2015

Capítulo 27: Time to say goodbye

¡Hola tributos! Sí, han pasado dos meses y pico, lo sé, y no hay excusa que valga, por lo que no voy a entreteneros con mis disculpas en este caso :). ¡Tenéis derecho a disfrutar del capítulo cuanto antes!
Hace poco, por cierto, al ver mi prolongada ausencia, alguien que no recuerdo, dejó un comentario preguntando si había dejado el blog. Repito lo que ya dije: puede que aún tarde otros dos años y medio (aunque mi objetivo hoy por hoy es antes de que acabe 2015), pero QUIERO terminar esta historia, porque creo que tanto yo, como vosotros, como todo lo que he escrito hasta ahora, lo merece :). Y aún en el caso (improbable) de que cambie de idea, créedme: avisaré.
Dicho lo cual, ¡dentro capítulo!




It's time to say goodbye
On the first day that I met you
I should have known to walk away
I should have told you you were crazy
                      Time to say goodbye, Simple Plan


CLOVE
El himno de Panem se oye como colofón final antes de que, como tributos oficiales, un grupo de agentes de la paz nos separe y cada uno de nosotros dos acabemos, solos, en una de las lujosas salas del Edificio de Justicia especialmente destinadas para ello. Damasco, terciopelo, recargos plateados en todas las esquinas, estructuras de caoba y algún otro tipo de tela que mi hermana emplea tan solo en las ocasiones más especiales, todo reunido en una misma habitación. Acaricio las pesadas cortinas que penden desde el techo, cubriendo los ventanales, y me siento en un mullido sofá granate cubierto de cojines. Sin poder evitar ahora los nervios, tamborileo con los dedos sobre el reposabrazos, esperando, haciendo todo lo posible por ser capaz de controlar la situación y que mi espíritu fragmentado se mantenga al margen de toda la ya de por sí locura que ha supuesto la última hora. Inspirando lentamente, alzo la vista frente a mí para encontrarme de cara con un reloj que me señala que ya llevo cinco minutos aquí. Sin visitas.
¿Alguien vendrá a despedirse, no?
Aún me toca esperar unos instantes más hasta que la doble puerta inmensa se abre para dejar paso a Raw y Patricia. Nunca en mi vida había notado tantas diferencias en dos expresiones que pretenderían ser idénticamente iguales: mientras que él es todo orgullo, porte y grandiosidad, apenas capaz de contener las chispas de sus ojos cuando me ve yéndome de cabeza a su futuro soñado, ella parece un espectro; está aún más pálida de lo que ya lo estaba esta mañana, con una mueca que le tira del delgadísimo cuello en el intento de formar una sonrisa complacida, y una posición encogida que la hace parecer más menuda que yo. Alguno de los pedazos de mi corazón devastado debe de estremecerse al verla así, porque siento el repentino impulso de levantarme del sofá y darle un abrazo, un abrazo fuerte y casi obligado por algún deber moral, pero abrazo de todas formas; no hago nada por contenerlo y salto sobre ella, intentando de alguna manera que el gesto la reconforte.
Un espasmo le sacude de pies a cabeza cuando ambas entramos en contacto, por la sorpresa, supongo; pero en cuanto es consciente de la situación, lo que le queda de entereza desaparece mágicamente y se echa a llorar, con sus brazos rodeándome y sus manos acariciándome el pelo, como cuando era pequeña.
-¿Sa-sa-sabes que te quiero, n-no? –murmulla entre los sollozos que lleva reteniendo demasiado tiempo. –Y q-que estoy m-muy orgullosa de t-ti… Lo-lo sabes, ¿verdad, Clover?
-Sé que me quieres mucho, y sé que desearías que no estuviera haciendo esto, -ni siquiera se esfuerza en intentar negarlo -pero es mi sueño, ¿vale? Es lo único que jamás he sabido hacer, y te prometo que voy a volver, que todo lo que he entrenado servirá y estaré otra vez en el Dos, con una casa enorme y más dinero del que pueda contar en mis bolsillos.
Patricia asiente y sigue acariciándome el pelo, adherida a mí como si fuese lo único que pudiese mantenerla en pie; por el rabillo del ojo, capto la mirada a medias atónita y a medias indignada de Raw, pero le devuelvo una expresión asesina para que se contenga de hacer nada. Finalmente, logro separarme de mi madre y doy otro abrazo, muchísimo más incómodo para ambas partes, que se cierra con un apretón de manos, casi tan frío como el que he compartido hace unos minutos con Cato.
-Puedes ganar, Clove. Estás preparada para ello; alíate con los demás profesionales, consigue cuchillos…
-Llevo una vida preparándome; me sé de memoria la estrategia que tengo que seguir. –respondo cortante.
El eco de mis palabras se evapora en uno de esos silencios atronadores, que hacen los segundos parecer siglos, tan habituales en esta familia. Raw hace amago de abrir la boca, pero justo en ese momento un agente de la paz entra, diciéndoles que deben salir ya.
La sala vuelve a quedar vacía unos instantes, antes de que la puerta vuelva a abrirse y mi hermana, sorprendentemente seria y digna para la que podría haberme esperado de ella, entre. Cierra a su espalda y noto cómo la mandíbula le tiembla mientras me observa desde la entrada un segundo.
Esta vez no tengo que hacer nada, no hay necesidad de ningún impulso que me lleve hacia ella; Beth se abalanza sobre mí, aprieta tanto que casi me ahoga, y antes de que yo pueda decir ni una palabra, empieza a hablar sin un ápice de la vivacidad que es tan frecuente en ella.
-Quiero que vengas a mi boda, Clove, ¿vale? Eso es lo que te quería decir esta mañana, en lo que estaba pensando cuando me has respondido que estabas deseando verme con el vestido puesto, porque yo también quiero que lo hagas y… Y si te mueres, que no te vas a morir, no vas a poder venir, y necesito que tú seas la que nos traiga los anillos, la que hable sobre lo pesada que soy y suelte un discurso excesivamente corto porque odias ser una cursi, mientras yo llore como una enana al verte peleándote por sacarme cosas buenas. QUIERO que estés Clove, así que ahora no te queda más remedio que ganar para ver a la idiota de tu hermana de blanco, y que te tome las medidas para tu vestido porque sabes perfectamente que te lo haré yo… Como este…
Aprieta los labios para evitar empezar a sollozar y me abraza con más fuerza todavía. Me da un sonorísimo beso en la mejilla antes de separarse ligeramente, evaluando mi mirada con la suya, los ojos verdosos de las dos enfrentados.
-Beth, –contesto al fin – voy a volver, ¿estamos? Y tú te vas a casar con Thorne y tendréis una boda terriblemente empalagosa en la que yo tendré que hacer como que me lo estoy pasando bien porque ESTARÉ allí, muerta del aburrimiento mientras me pregunto por qué razón accedería a ir. Y cuando todo esto se termine, nos iremos de compras por la zona más cara del Distrito y te dejaré ponerme encima todo el maquillaje y toda la ropa que tú quieras.
Ella vuelve a abrazarme, incapaz de pronunciar una palabra, y cuando la puerta se abre otra vez y el agente de la paz aparece de nuevo, nos encuentra todavía así.
Es sorprendente lo mucho que se siguen pareciendo, a pesar de las diferencias con las que cada una ha enfocado su vida, Patricia y mi hermana; con ambas he dado abrazos casi bañados en lágrimas, las dos me han hecho ver que esperan que yo vuelva, y a las dos las he tenido que consolar con promesas que, aunque espero poder cumplir, no soy capaz de asegurar.
Por eso mismo cuando son Hayden, Marietta y Coy, mis compañeros de entrenamiento de toda la vida, los que han visto casi todas mis flaquezas y que conocen mi faceta como profesional mejor que nadie, los que entran, no puedo más que disfrutar del alivio de ver que la animada soy yo, que hay alguien que comprende lo que he hecho y que no me juzgará si no regreso de la Arena.
-No me puedo creer que me hayas quitado el sitio, Knivey; ¡sabías que era mi última oportunidad! -bromea Marietta.
-No te preocupes –interviene Coy –entre Miss Ganadora de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre, la señorita ricachona y yo, (que por si no lo sabéis voy a ir sí o sí el año que viene, ejem, ejem), pasarás tanto tiempo en la Aldea de los Vencedores como si vivieses allí.
Todos nos reímos, y hacemos como que obviamos la realidad que espera en la sala contigua; que yo gane, significa que Cato pierde y, por tanto, muere.
Mis compañeros sueltan un par de gracias más, algún consejo sobre dónde llevar cuchillos, y poco a poco los nervios hacen que el ruido aminore lentamente.
-¡Ah, por cierto! –exclama Hayden, justo cuando parece que la ilusión que han traído los tres al llegar va  a morir definitivamente. –Tengo un regalo para ti, para que sea tu símbolo del Distrito.
Sacude y mete las manos en su diminuto bolsito hasta que encuentra lo que busca: una pulserita de cuero, hecha con tres correas en diferentes tonos de marrón sin entrelazar, y que se unen mediante un nudo corredizo decorado con cuentas blancas.
-No es mucha cosa, pero quería que llevases algo nuestro a la Arena, y con tan poco tiempo no se me ha ocurrido nada mejor que coger; cuando era pequeña, me la dio mi madre para que me acordase de ella al ir a entrenar, y al verla hoy he pensado que…
-Que si acabábamos saliendo Marietta o yo sería un buen regalo. Lo es, de verdad, es muy bonita; gracias chicos.
Hayden, con toda la delicadeza de la que siempre hace gala, me la ajusta para que no se me salga de la muñeca pero tampoco quede excesivamente apretada. Nada más ponérmela, yo comienzo a juguetear con ella entre los dedos (cosa que siempre he hecho y por causa de lo cual he perdido más de un abalorio), lo que me permite notar que el reverso de las cintas de cuero está como arañado a propósito, formando algún tipo de trazado tosco y al parecer, bastante reciente; extrañada, intento darle vuelta para ver de qué se trata, pero nada más notarlo mi amiga me lo impide poniendo una mano sobre mi brazo.
-Mejor que no –dice con una sonrisa incómoda -Es…
-¿Qué? –pregunto.
Ella gira la cabeza hacia los lados, como interrogando a Marietta y Coy sobre lo que debería hacer. Estos le devuelven una mirada comprensiva, y Hayden, tomando aire, vuelve a dirigirse a mí.
-Es… Es un recordatorio, ¿vale? Para la Arena, pero sólo puedes usarlo en caso de extrema necesidad, cuando estés a punto de… -traga saliva –de… morir. En el reverso de esa pulsera está lo único, lo único que haya pasado lo que haya pasado y suceda lo que suceda en los Juegos, te podrá salvar; pero si lo miras antes de tiempo, perderá su efectividad. ¿Entiendes?
La revelación deja mi capacidad de reacción paralizada momentáneamente.
-No me habréis puesto veneno en la pulsera, ¿verdad? –pregunto, mitad en broma mitad en serio.
Hayden irrumpe en una carcajada.
-No, no he sido tan poco sutil, Knivey.
Los comentarios sobre estrategias vuelven al ataque, y dejan paso en último lugar a los protocolarios abrazos de despedida y los deseos de suerte hasta que el mismo agente de la paz eche a los tres y me mande un mensaje de parte de la dirección de mi Centro de Entrenamiento: que están muy orgullosos de mi presencia en estos Juegos, que ya es el tercer año consecutivo que se cuenta con representación del Centro Dos en la competición y que esperan que los conocimientos que he adquirido me sean de utilidad. De alguna manera eso hace que me acuerde de Dock, mi primer entrenador, mientras me llevan desde el Edificio de Justicia hasta la estación de tren, de su empeño en hacer que, además de como tributos, tuviésemos cabida como personas; no sé cómo vería que estuviese a punto de enfrentarme a muerte al chico por el que he estado colgada cuatro años.
Los periodistas, con sus enormes cámaras y sus avasalladoras preguntas que provocan un molesto zumbido incesante, se mueven por la estación como un enjambre de insectos. Tal y como me han recomendado en las clases de protocolo de invierno, hago caso omiso de estas e intercalo la mirada de orgullo y seguridad con mi sonrisa más dulce (obviamente, fingida y ensayada hasta el agotamiento). Observo de reojo mi imagen en una de las múltiples pantallas y me alegro de comprobar la fuerza que proyecto; incluso oigo comentar entre la nube de flashes lo “encantadora y peligrosa que resulto así, a primeras”.  Escucharlo no hace más que acrecentar mi sonrisa, que mantengo pese a ver que Cato se encuentra ya a unos pocos metros de mí, con la expresión también personalizada que le han recomendado desde el Centro (en su caso, de “partiré la cara a todo aquel que se me cruce por delante”, de manera que sus capacidades de actuación no se ven extralimitadas).
Finalmente llegamos al tren, cuyas puertas se cierran tras nosotros acabando con todo el ruido y los destellos. Suspiro con desdén en un gesto involuntario, justo antes de que tenga que agarrarme al mueble más cercano por el repentino acelerón del tren. Me asomo por la ventanilla que hay a mi izquierda y siento un ligero mareo al ver la velocidad a la que pasa el exterior junto a nosotros. He montado en tren un par de veces, en la línea interna que tiene nuestro enorme Distrito para movernos de unas zonas alejadas a otras, y siempre teniendo que encajar el trasero en incómodos bancos de madera entre decenas de personas; absolutamente nada que ver con esto.
El nivel monetario de Cato ha sido, por lo general, bastante más reducido que el mío, por lo que su expresión es tan divertida que no soy consciente de la sonrisa de cariño que ha aparecido en mi boca sin permiso hasta que oigo pasos que se acercan. Rápidamente, recupero mi semblante altivo para enfrentarme a las dos personas recién llegadas.
Por supuesto, nuestros mentores.
Una de ellas es Lyme, que se ha encontrado siempre entre mis vencedoras preferidas: hosca, silenciosa, alta y con más músculo que curvas, ganó sus Juegos por sus habilidades y no por la intervención de un puñado de patrocinadores; la otra, grande, con la cabeza redonda y pulida como un bola de billar, con unas espaldas tan anchas como las de Cato pese a los cuarenta años que calculo tendrá, con esa expresión de estar esperando un motivo para enzarzarse ahora mismo en una pelea, no puede ser otro que…
-Hola, Clovey –me saluda –Qué sorpresa verte aquí.
El odio hacia él en el que me ha hecho crecer mi padre provoca que todo mi cuerpo se ponga en tensión en cuestión de un segundo. Inspiro lentamente antes de responder:
-Hola, tío Brutus.


FIN DEL CAPÍTULO 27


¡Pues esto es todo por hoy! Sé que no ha habido mucha acción, que avanzo lenta cual tortuga coja, pero en este capítulo quería centrarme un poco más en las despedidas y en resolver la separación de Clove de todos sus seres queridos... Y no tanto, jeje
A vosotros, ¿qué os ha parecido? ¿os ha gustado? ¿ha merecido la pena la espera? ¿no? Cualquier comentario es bienvenido :D.

8 comentarios:

  1. Madre mía... ¡Estas viva!
    Tu como siempre dejandonos con intriga ( aver que tendrá la pulserita del demonio, seguro que es algo especial para cato o algo así).
    Sigue así guapa!
    (Con asi me refiero a la escritura, no a la puntualidad XD)

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    1. ¡Increíble pero cierto! Jaajjaja
      La pulserita... Se resolverá en su momento, se resolverá ;).
      Lenta pero segura a lo mejor algún día escribo un par de capítulos al mes y todo :D.
      ¡Un beso!

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  2. OH DIOS MÍO!!!
    Es su tío?!?!?! Menudo plot twist que has soltado al final.
    Se te echaba de menos, por cierto, pero gracias por ese pedazo capítulo!
    Espero con impaciencia el siguiente :)

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    1. ¡Hola!
      Lo tenía pensado prácticamente desde que empecé a escribir, y llevaba ya unas ganas locas de poder soltarlo :D.
      ¡Un besazo!

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  3. SANTO DIOS!!!!
    me encanta como escribis ,no puedo esperar al siguiente!!!!

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    1. ¡Muchas gracias!
      Intentaré tenerlo cuanto antes :D
      ¡Un beso!

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  4. increíble!!! Me encanta como escribes, eres genial!! descubrí tu blog hace dos días y ya me he leído tooodos los capitulos, no puedo esperar a leer el siguiente... así que no me hagas esperar mucho... jeje. Que sapas que soy tu fan y que cada día estaré pendiente a ver si dices algo... jeje, asi que muchos ánimos y sigue así (aunque si puede ser que se hablen un poquito mas ;)) Y felicidades por esta pedazo de historia!!!
    No tardes mucho en publicar el siguiente capitulo!!

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    1. ¡Hola!
      Muchísimas gracias y, ¡bienvenida al blog! Espero que sigas igual de enganchada pese al tiempo que me tiro para publicar cada capítulo y que yo sea capaz de mantener una lectora tan entusiasta :D.
      Espero verte más por aquí, ¡un besazo y trataré de actualizar cuanto antes!
      PD: Ahora mismo viven momentos de tensión... Pero así es el amour ^^

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