domingo, 10 de noviembre de 2013

Capítulo 12: Is there anything left here to say?

¡Hola, tributos! Siento haber tardado tanto en actualizar, pero no me permitía a mí misma subir otro capítulo hasta haber salido del bache en el que me encontraba con el que estoy escribiendo ahora. En fin, ahora ya lo he terminado y traigo este nuevo fragmento de la historia para que la disfrutéis. ¡Espero que os guste!

PD: Muchísimas gracias a todos vosotros, porque ya hemos llegado a los 43 seguidores :D. Estoy pensando en montar un concurso (ya sé que digo esto muchas veces, pero esta va en serio), para celebrarlo cuando lleguemos a los 50. ¿Qué os parece? :D





Girl, this ain’t giving up
It’s knowing where to stop
Knowing when a thing is over
I know my love is blind [...]
And this ain’t gonna bring us closer
                                             Standing still, Roman Lob


CLOVE
Mis dedos tamborilean sobre mi pierna, nerviosos, mientras que escucho las instrucciones finales de dos coordinadores subida a una pequeña plataforma.
-Ya lo sabéis todo: la comida hay que cogerla, o cazarla, y, en caso de que ya no os veáis con fuerzas para seguir, encended y lanzad la bengala que tenéis en el cinturón para que os recojamos. Haced lo mismo cuando en una pelea cuerpo a cuerpo, empecéis a resultar heridos de gravedad. Está prohibido, además de ser un desperdicio de tiempo, ir a por un tributo que pida su retirada. No se permite salir de las limitaciones marcadas con una línea blanca. Las armas no hieren. Las protecciones son lo suficientemente gruesas como para que podáis usar lanzas etc., desde distancias largas sin causar daños. Si los detectores de órganos vitales empiezan a pitar, tenéis diez segundos para retiraros, bien saliendo de los márgenes o lanzando la bengala, y si pasados estos no lo habéis hecho, o peor aún, habéis atacado a otro compañero, seréis penalizados. Por último, no salgáis de las plataformas hasta oír el silbato. 
Los dos coordinadores se retiran, y uno de ellos levanta un enorme reloj que inicia su cuenta atrás desde sesenta. Aprovecho el minuto que tenemos para recorrer con la vista el entorno y planear una estrategia, barajando mis posibilidades.
Nos encontramos en el único claro que debe de haber en el inmenso bosque que bordea el Distrito 2. El terreno para los “Juegos” no es muy amplio, ya que el público se encuentra tras la raya blanca que nos han advertido, y son perfectamente visibles. Es decir, o vamos a los árboles, o vamos a los árboles. Por otro lado, desde aquí se oye el rumor de un riachuelo más o menos en dirección contraria a la “Cornucopia” (una caseta de leñador) que servirá como fuente de agua.
Cuarenta segundos.
Vale, ahora ya sé hacia donde tengo que ir… tras conseguir algunas cosas en el baño de sangre, por supuesto. Localizo a Coy: está a tan solo dos tributos de mí, y con un gesto de la cabeza le indico que se limite a guardarme las espaldas mientras yo voy a por todo lo que pueda. Él asiente, aunque no le veo demasiado seguro; al ser todos profesionales, mucha gente cae el primer día. Por la misma razón, nuestros Juegos suelen durar menos que los normales, ya que vamos a buscar pelea.
Veinte segundos.
En estos últimos instantes, me coloco en posición de correr y localizo dos cuchillos muy simples que serán mi primer objetivo. Echo una ojeada a los otros participantes que ya he observado con detenimiento antes; del Centro 1, dos chicos enormes con cara de mono que parecen mellizos y poco inteligentes, una muchacha de brazos musculados que no ha dejado de mirar en todo este tiempo las lanzas, y una niña de más o menos mi altura que parece tener todo lo que los dos gorilas anteriores no tienen.  Del 3, el único llamativo es el que aparenta ser mayor de la competición, de pelo castaño, barba de un día, y por lo que parece, muy rápido. En el Centro 4, son todos un conjunto de gigantescas moles. Del 5, las segundas hermanas que encuentro, rubias y de ojos claros, una un par de años mayor y más alta que la otra, y muy esbeltas, junto a dos chicos que no intimidan mucho. Por último, en el 6, otros tres prodigios físicos y un muchachillo bajo y delgado que me da la sensación de poder ser peligroso.
Cinco segundos… Cuatro… Tres… Dos… Uno…
¡Piiiiiii! El silbato retumba en todo el claro, mientras la práctica mayoría de los tributos, nos lanzamos hacia la Cornucopia. En lo que alcanzo los cuchillos veo por el rabillo del ojo cómo Coy ha cogido una vara de madera cercana a su sitio, y viene en mi dirección apartando a la gente. Agarro las armas, y sigo corriendo hacia el interior, donde una mochila y un set mucho más completo me esperan.
-¡No te olvides de una espada! – grita mi compañero a la espalda
-¡Vale! – le respondo, pero en el mismo momento en el que diviso lo que me pide, una de las dos gigantescas tributos del Centro 4 se abalanza sobre mí. Sin dudarlo un instante, le lanzo uno de los dos cuchillos que he conseguido, y el detector de su abdomen empieza a pitar emitiendo una luz verde y parpadeante.
-¡Mierda! – exclama frustrada, y se aleja de la pelea.
Yo sonrío, triunfante, tras haber llevado a cabo mi primer “asesinato”; sin embargo, la sonrisa se borra de mi cara al ver cómo la compañera de la chica con la que he acabado, coge la espada que yo esperaba llevar a Coy. No tengo ni tiempo ni armas para enfrentarme a ella, así que me levanto rápidamente volviendo a mi objetivo inicial: el set y la mochila. Corro para alcanzarlos, acabando con otro tributo (creo que del 3) en el proceso. Estoy a un par de metros de ellos… Cuando la veo.
Alline está machacando, literalmente, a una de las chicas más pequeñas que participaban, pegándole puñetazo tras puñetazo. Eso hace que la sangre me hierva en la cabeza; ¡le está haciendo sufrir a propósito, podría dejarla fuera con una simple estocada del machete que ha conseguido! ¿Por qué tiene que ser tan cruel con alguien tan pequeño que no le ha hecho nada?
Rozo con los dedos el afilado filo del cuchillo que me queda, dispuesta a lanzárselo en cualquiera de las extremidades que no están cubiertas con protecciones, no para sacarla de los Juegos, si no para que sienta el dolor que está causando.  Agarro el arma con la hoja, apuntando a la mano derecha, su mano de pegar…
-¡Clove, vámonos! – el grito de Coy me devuelve a la realidad. Bajo el cuchillo, cojo en un segundo el set y la mochila, dirijo una última mirada cargada de odio a Alline, y me alejo del baño de sangre al lado de mi compañero.
-¿Tienes mi espada? – pregunta. Niego con la cabeza, y él se muerde el labio – Maldita sea.
Unos minutos más tarde, nos paramos a descansar debajo de uno de los frondosos árboles cercanos al claro.
-Solo una pausa para recuperar el aliento e inspeccionar lo que tenemos, ¿vale? – digo – Hay que encontrar un refugio donde quedarnos.
Esbozo una pequeña sonrisa no demasiado alegre, con las manos en las rodillas.
-Esto no lo enseñaban en el centro, ¿eh?
No responde, así que  me limito a abrir la mochila para ver con qué contamos.
-A ver… - empiezo a enumerarlo todo – Dos chaquetas (de la talla de Cato, más o menos), una botella de agua llena, yodo para purificar, un bote de metal con polvos para hacer no sé qué… Espera, aquí lo pone: “Consomé concentrado. Mezclar con agua y calentar con fuego dentro del bote.” Bueno, podría ser útil. Y por último – saco unas cuantas tiras de algo que parece carne seca, y arrugo la nariz – más comida que tendremos que comernos pronto porque empieza a oler.
Tras esto, cojo la funda de color verde de la cual asoma una punta de cuchillo. Sonrío al ver el set, y abrirlo: dentro hay ocho de mis armas predilectas en diferentes tamaños, junto con tres cabezas de lanza. Cierro, y lo meto todo en la mochila.
-Vale ya está. Podemos irnos – Coy asiente, algo distante. No sé el qué, pero algo me dice que no está bien.
Dos horas más tarde, con el sol ya bajando, en plena tarde (nuestros Juegos empiezan al mediodía), hemos encontrado un pequeño claro entre varios árboles desde el que, además, se oye un riachuelo bajar, por lo que tenemos una cercana fuente de agua asegurada. Estoy tumbada sobre una de las chaquetas gigantescas que hemos conseguido, mientras mordisqueo un trocito de carne seca para entretener la boca. 
-¿Sabes? – pienso en voz alta, intentando establecer una conversación con mi compañero. - En realidad, no sé por qué me la tomo; está asquerosa y sabe a sal. Mucho. ¡Puaaaaj!
Sin embargo, él no contesta, ni siquiera sonríe. Me incorporo, aún más extrañada de lo que estaba en nuestra primera pausa, y camino hasta el tronco rugoso en el que está apoyado.
-¿Qué te pasa? – susurro a su espalda, acariciándole el cuello con las yemas de los dedos.
-Nada. – responde cortante, apartándose del contacto. Una expresión dolida atraviesa mi rostro por un instante, pero la borro rápidamente, volviendo a mostrar la habitual faceta orgullosa. Vuelvo a sentarme en la chaqueta, reflexionando sobre ello. Empieza a preocuparme seriamente, porque Coy nunca es borde, y siempre intenta resultar lo más simpático posible aunque esté enfadado; sobretodo, conmigo…
-¿Lo hiciste a propósito? – pregunta repentinamente, con la mirada fija en la hierba
-¿El qué? – me ha pillado desprevenida, pensando que no iba a querer hablarme por la razón que fuera al menos un rato.
-Lo sabes perfectamente, Knivey.
-No, no lo sé – mi voz adquiere un tono más frío por el enfado que está consiguiendo su actitud y modo de hablarme. ¿De qué narices va todo esto?
Él suspira, como si me estuviera explicando algo que obviamente yo ya comprendía.
-El no haberme cogido la espada, solo tus cuchillos. Querías dejarme desarmado para que dependiera de ti.
-¿Qué? – exclamo, entre sorprendida y ofendida- ¡No! ¡No, claro que no! ¿De dónde te has sacado esa estupidez? La otra chica del 4 se me adelantó, ¿vale?  ¡Yo quería cogerla! Y además…
-¿Además qué, Clove? – mi compañero parece furioso, y la repentina subida del volumen de su voz me asusta, pero no me dejo amedrentar.
-¡Además que tú me dijiste que nos fuéramos, no lo decidí yo!
-¡Creía que la tenías! – pega una patada al suelo, y se acerca a mí, a escasos centímetros. Me llevo las manos al cinturón en un acto reflejo, buscando un cuchillo que no está… Aunque no da la impresión de estar a punto de atacarme, en realidad – No te gusto, ¿verdad?
¡Paf! Esa última e inesperada pregunta me sienta como un golpe bajo, sin avisar.
-¿A qué viene esto? ¡Estoy saliendo contigo, cómo no me vas a gustar!
Coy niega con la cabeza, llevando él ahora la expresión dolida, acompañada de una sonrisa triste.
-No. No, qué va. Para ti solo soy un instrumento, un objeto que te servía primero para apoyarte tras una etapa dura, y más tarde para darle celos a la única persona de este maldito mundo a la que quieres. Nunca, jamás te he gustado, pero te he sido útil; llevaba un tiempo dudándolo y hoy me has dado la prueba que necesitaba… Dos veces. Eres una egoísta, Clover Ringer, además de estar por completo ciega en lo que al corazón se refiere. Te auguro un brillante futuro como profesional, de verdad: eres incapaz de ver por nadie que no seas tú, completamente, y te da exactamente igual herir a cualquier persona… -abro la boca para replicarle y un triunfo doloroso se refleja en su mirada cuando vuelve a hablar. -Siempre claro, que no sea Cato. ¿Qué te pasa con ese chico, eh? ¿Te ha destapado lo que es sentir, lo que es sufrir por alguien? ¿Ha conseguido que la máquina se convierta mínimamente en humana? ¿O es sólo que aquellos que no tienen corazón pueden descubrírselo mutuamente? Sois un auténtico hito científico, te lo aseguro. Una proeza que nadie sabía que pudiera suceder. Cuando te conocí, al verte de espaldas lanzando cuchillos, me pregunté cómo algo tan pequeño y que parece  tan delicado podía ser tan… Mortífero. Solo con mirarte a la cara se descubre; Clover Ringer – al repetir mi nombre alza los brazos, como enmarcando un título – la más clara demostración de que las rosas tienen espinas. Y que las espinas se clavan dentro, y duelen. Como tus armas.
Intento moverme, realizar cualquier clase de gesto que demuestre mi discrepancia, pero su declaración me ha dejado inmóvil, estática en el suelo. Él vuelve a esbozar esa sonrisa triste, esa que, diga lo que diga, en el fondo me abre una herida más profunda de lo que desearía, y veo cómo dos lágrimas amenazan con derramarse desde sus ojos.
-La verdad es cruel, ¿eh, Knivey?  - cambia súbitamente de tema, aunque la expresión de ninguno de los dos varía, con su revelación anterior todavía en mente. - Te deseo mucha suerte con esto de los Juegos. Está claro que yo no estoy listo para ello.
Dicho esto, corre a coger la funda, y saca una navaja pequeña y práctica, lo que hace que dé involuntariamente un paso para atrás. Como si ese leve movimiento confirmara su teoría, él niega con la cabeza y la hunde donde se sitúa su corazón. El detector empieza a pitar, acompañado de la parpadeante luz verde. Y mientras él empieza a alejarse para lanzar la bengala que dejará claro su salida, consigo por fin recuperar la capacidad del habla.
-¿De verdad soy tan horrible? – la frase, apenas audible, no es la que habría deseado pronunciar en primer lugar; deja demasiado visible lo vulnerable que me ha hecho sentir, en vez de mostrarme tan fuerte y orgullosa como siempre, pero es lo único que puedo decir. Coy se gira, con el dolor impreso en sus cálidos ojos marrones, parecidos al chocolate.
-Algún día te podrás contestar tú misma.
A la par que el chico con el que he estado saliendo estas últimas semanas se va, me viene a la cabeza un extraño pensamiento:
A mí nunca me ha gustado comer chocolate, si no era para hacer rabiar a mi hermana. Es demasiado dulce.

FIN DEL CAPÍTULO 12

Y bien.... ¿Os ha gustado? ¿Os lo esperabáis? ¿Es terriblemente horrible, cruel, frío, desalmado y largo etcétera? ¡Se agradece cualquier opinión :D!





4 comentarios:

  1. Pobre Clove. Sé que es una profesional, fria, sin sentimientos y bla, bla, bla, pero es uno de mis personajes preferidos y me ha sabido muy mal que Coy le dijera todas esas cosas crueles.
    Espero que las cosas mejoren para ella.
    Un beso!

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    1. La verdad es que se pasa un poco bastante pero... No sé, el pobre Coy también se debe de sentir un poco utilizado.
      ¡Un beso, y gracias por comentar :D!

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  2. Presientoo que alguien va a volver a la vida de Clove, lo presiento, lo presiientoo :) (ojalá no me equivoque). El capi es genial, aunque, pobre Clove, no se merece que le dijera todas esas cosas, ella sabe querer hombre!
    Bueno bueno, ya me emociono, y luego no hay quien aguante mis comentarios :P
    Espero el siguiente pronto :) BESOOS

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    1. ¡Por favor, si tienes algo más que escribir no te cortes jamás!
      Me alegro de que te haya gustado y... puede que tus sospechas sean acertadas jajajaj.
      ¡Un beso!

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