lunes, 31 de octubre de 2016

Capítulo 43: Things are better if I stay

¡Hola, hola, tributos, y feliz Halloween! Pues nada, mientras las calles se llenan de calabazas, chiquillos con la cara pintada, fantasmas y variantes del mismo disfraz (sí, todos sabemos cuál es), ¡aquí tenéis otro capítulo más! Espero que os guste ;).



Burning on
Just like a match you strike to incinerate
The lives of everyone you know
                                            Helena, My Chemical Romance

CLOVE
El muy capullo ha conseguido hacer algo útil.
En un mundo perfecto, claro está, ese “algo” habría sido encontrar a su novia para que Cato volviese a parecer una persona normal; incluso me habría contentado con que le hubiese dado una puñalada a la señorita “puede que muera si me separo un metro de un tributo masculino”, que está aún más pesada desde que entramos en la Arena...
Pero a quién quiero engañar: aunque no haya logrado llevar a cabo ninguna de los dos, Peeta ha resuelto, para bien o para mal, uno de nuestros mayores problemas: el tema de las guardias.
Resulta que mientras nosotros nos dedicábamos a montar jaleo con todo el arsenal de armas del Centro de Entrenamiento, la niñata combustible arrastraba a nuestro querido chico amoroso a los puestos más inusitados, a saber: plantas comestibles, nudos, hogueras... Consecuencia: con un poco de cuerda y otro tanto de alambre, Peeta ha dedicado el resto de nuestra guardia, a rodear la pirámide de recursos con todo tipo de trampas.
Las trampas no estaban consideradas como una de las cosas que era necesario enseñarnos en el Distrito 2. ¿Para qué? Los profesionales tienen siempre comida y armas en abundancia; no necesitan hacer trucos con una soga. Así que mientras Peeta trabaja, yo, sintiéndome la mayor inútil de la Arena, me dedico a observarlo y, posteriormente, a explicar  a los demás qué se supone que está haciendo.
Cuando el sol ya se está poniendo, él se levanta por fin, aprovechando para estirar los brazos y flexionar repetidamente los dedos entumecidos.
-Ya está: he dejado un camino para que accedamos a los suministros, pero no debería apreciarse a simple vista.
-Enséñanoslo –demanda Cato.
A regañadientes, Peeta vuelve junto a la pirámide para mostrarnos la manera de llegar con seguridad hasta nuestros recursos, aprovechando para sacar algo de cena. Cuando todos lo hemos memorizado, arquea una ceja, preguntándonos sin palabras por nuestro visto bueno.
Por supuesto, los demás saben tanto o menos de trampas que yo, así que no hay mucho que rechistar. Nos limitamos a coger la comida que nos tiende y a preparar un fuego con ayuda del único y preciado barril de queroseno que tenemos.
Con una mejora notable en nuestro humor por habernos librado de las tediosas guardias, ultimamos los detalles del plan para esta noche: por primera vez, vamos a ser capaces de salir a cazar los seis a la vez, con lo que nuestras posibilidades de ataque se encuentran al fin maximizadas; sin embargo, todos (bueno, todos menos Cato, parece ser) estamos cansados por la búsqueda infructuosa de los últimos dos días; y, además, sólo hay dos gafas de visión nocturna en nuestras reservas. Más personas implican más antorchas, ruidosas y peligrosas, o más linternas, que tienen un número de pilas limitado. Así pues, decidimos dormir por turnos lo suficiente como para renovar energías, antes de lanzarnos a la búsqueda de más tributos.
Unas horas más tarde, Peeta me despierta con suavidad, las primeras luces del alba empezando a pintar el cielo. Indiferente a su delicadeza, sin embargo, yo gruño, y cuando vuelve a sacudirme ligeramente, estoy a poco de clavarle un cuchillo en la cara.
-Vale, vale, lo he pillado. –dice.
Saliendo de mi saco de dormir, tardo un par de minutos en desperezarme y que mis sentidos se encuentren completamente alerta de nuevo. Parpadeo varias veces, girando la daga con la que he dormido entre mis dedos, para desentumecerlos. Estoy terminando de preparar mi mochila, cuando oigo la voz de Peeta.
-Mira hacia arriba –me pide.
Pienso en devolverle un comentario desagradable, pero me freno en el último momento. Conteniendo una sonrisa sarcástica, hago como él dice.
El Distrito 2 está lleno de humo y edificios; además, durante la mayor parte del año, yo ya estoy dentro del colegio o el Centro de Entrenamiento para cuando el sol comienza a asomar. Me permito un minuto para observar la belleza con la que los amarillos, los naranjas y los rosas se entremezclan en jirones perezosos para dar paso a un azul teñido aún, ligeramente, de añil. Las cosas bellas nunca me han importado demasiado; no he tenido tiempo para deleitarme en ellas, pese a que creo que soy capaz de apreciarlas. Pero ver algo así me conmueve ligeramente, porque, de alguna manera me recuerda a Bethany: a su creatividad tan fuera de lugar en el mundo en el que vivimos, a la forma en la que junta trozos de tela para crear sus vestidos... Es bonito, como ella.
“Muy bonito.”
Y cuando en mi cabeza resuena esa palabra, no puedo evitar mirar a Cato, para animarle a que se fije él también en esta rara belleza; sin embargo, la expresión plácida se me agría en un segundo.
A su lado, como viene siendo normal, está Glimmer, que ya desde estas horas de la mañana parece dedicada a su misión de volverse más pegajosa que una cucharada de miel. Frunciendo el ceño sin poder evitarlo, bajo la vista, fingiendo entretenerme con la pulsera que me regaló Hayden...
-Y luego pretenderás que no note lo que sientes por él.
Los músculos se me tensan sin yo poder controlarlo. Dirijo una mirada asesina al chico amoroso que, aunque no le quita la razón, es suficiente para callarle. Estoy harta de que todo el mundo parezca darse cuenta de lo que ha habido entre Cato y yo, sobre todo tras... Bueno, eso que nunca pasó.
Me obligo a respirar, a adoptar mi máscara de frialdad absoluta mientras termino mi mochila; sin embargo, no soy capaz de disimular el humor de perros que me ha dejado este despertar tan agradable. Cuando todos estamos preparados para salir, las palabras surgen de mi boca como una sentencia:
-Quiero ir yo por delante.
Conseguirlo me cuesta una pelea de unos quince minutos con Cato, hasta que Glimmer le coge del brazo, le dice algo que no alcanzo a oír con una sonrisa empalagosa, y él parece ceder. Intento que mi expresión no varíe mientras apaciguo el fuego que crece dentro de mí al ver la influencia que es capaz de ejercer sobre él (se lo hemos advertido todos, así que si le mata, se lo habrá buscado él solo.). El chico amoroso esconde una sonrisa antes de tenderme mi mochila.
-Pesa bastante –comenta, extrañado.
-Es porque llevo una colección de cuchillos con el nombre de tu novia escrito en cada mango.
***
Todavía es mediodía cuando nosotros ya nos encontramos en lo más profundo del bosque. Hemos caminado a buen paso hasta aquí, aprovechando el descanso y la buena comida de los últimos días; sólo nos hemos parado de vez en cuando para que el chico amoroso ponga más trampas, como las de los suministros.
-Para estar seguros de que no se no escape nada –le explico con una sonrisa sarcástica y cruel.
Tengo la certeza de que esta expedición no va a ser como las otras: han pasado demasiados días desde la última muerte, y a los Vigilantes no les gustan unos Juegos lentos y tediosos; me extrañaría mucho que no mandasen a un tributo a las fauces del lobo (nosotros) con sus trucos. Seguro que una persecución y una lucha sangrienta hacen las delicias de la audiencia en el Capitolio. Espero que, si eso pasa, tenga un papel lo suficientemente importante como para ganarme un puñado de patrocinadores.
-¿Alguno ha visto algo? –Pregunto, girándome.
Todos niegan con la cabeza, incluso Glimmer y Cato, desde el fondo. Parece que por fin se han dejado de estupideces para centrarse en la cacería, porque sus cuerpos, aunque dolorosamente cerca, ya no se tocan.
-Está bien –suspiro, -tienen que estar por aquí cerca.
Paramos a comer poco después, sin que nadie tenga mucho que decir. Sé que los demás (al menos los que le hayan dado una vuelta) piensan como yo; pero resulta frustrante andar y rastrear tanto tiempo sin encontrar absolutamente nada...
Aunque es mucho peor horas después, cuando empieza a caer la tarde y seguimos en la misma situación.
-Quizá –sugiere Peeta –deberíamos ir pensando en volver.
Ni me preocupo en lanzarle una mirada asesina; no creo que le afecte después de tantas.
-Si hace falta, acamparemos en medio del bosque; pero no me iré de aquí sin haber descargado un poco de adrenalina.
Creo que mi comentario le recuerda a la primera conversación que tuvimos, porque se calla inmediatamente. Yo me limpio el sudor de la frente (odio sudar) y continúo andando, dispuesta a matar a cualquier bicho que se me cruce por delante, tributo o animal, con tal de que todo este paseo haya servido para algo. Inspiro profundamente...
Y sé que algo va mal en cuanto me pongo a toser incontrolablemente.
Espero a que se me pase para tomar un poco más de aire: el olor es acre, pero no parece veneno sino, simplemente, el humo que acompaña a un fuego. Recordando un cursillo de los que nos impartían los agentes de la paz sobre cómo actuar en caso de incendio, me tiro al suelo, donde el aire está más limpio.
-¡Echaos abajo, todos! –grito. -¡Es un incendio!
Sin embargo, cuando miro atrás, no soy capaz de ver a más de cuatro metros de mí. Oigo pisadas, cerca, incluso voces que gritan, pero soy incapaz de localizar a ninguno de mis aliados. Otro arranque de tos empieza a formarse en mi pecho, imparable, y me cubro la cara con la manga para ahogar el sonido seco de mis propios carraspeos, arañando mi garganta. Me empieza asustar la posibilidad de ahogarme, lo que sería la muerte más patética de un profesional en años, cuando noto que alguien tira de mi brazo.

CATO
-¿Nos falta alguien? –pregunto entre toses.
El humo nos ha pillado desprevenidos, y para cuando nos hemos querido dar cuenta, estábamos atrapados en un embudo donde la vegetación espesa ha hecho que se acumule hasta el punto de ser peligroso.
-Sólo Clove –responde Tamina con dificultad.
Al oírlo, siento cómo mi corazón se acelera. Ella iba delante, claro; sabía que era una maldita mala idea. Empiezo a dar vueltas de un lado para otro, tratando en vano de contener la angustia que empieza a formarse en mi pecho...
-¡La tengo!
Esta vez es Marvel el que habla. Impulsivamente, recorro las dos zancadas que me separan de él para comprobar por mí mismo que es verdad.
Efectivamente, Clove está en el suelo, todavía tosiendo, pero aparentemente intacta. Pienso en tenderle una mano para ayudarla a levantarse antes de recordarme que eso es más insulto que una prueba de compañerismo.
Sin embargo, no puedo controlar las palabras que salen a trompicones de mi boca.
-¿Estás bien?
Clove se levanta del suelo, aprovechando para sacudirse el polvo y escupir.
-Perfectamente –contesta, aunque su voz es ronca y tiene que parar a toser. -¿Seguimos ya?
-¿De verdad sigues pensando que eso es buena idea?
El chico amoroso respira fatigosamente, con las manos sobre sus rodillas. La cojera con la que llegó el primer día todavía no se ha curado del todo, y si a eso le añadimos que en lo que quede de camino seguiremos encontrándonos con nuevos restos de lo que parece ser un incendio, puedo llegar hasta a entender su pregunta.
Lo que no implica que me importe lo más mínimo lo que piense.
-Si te rajas, mi espada se encarga de que tu chica te vea esta noche en el cielo, chico amoroso.
Oigo las risas crueles de Glimmer y Marvel tras de mí, antes de sentir el peso de las manos de ella sobre mis hombros.
Tengo que admitirlo: a veces resulta insufriblemente pegajosa.
-Clove no va a poder seguir –comenta desdeñosa. –Quizás el chico amoroso debería acompañarla de vuelta al campamento.
No me da tiempo siquiera a abrir la boca antes de que la voz fría y ronca de Clove se me adelante.
-Y una mierda.
Así que seguimos caminando, aunque esta vez Clove cede y se pone a la cola del grupo; tampoco es que fuera capaz de seguir delante, de cualquier manera. No puedo evitar echar miradas furtivas de cuando en cuando, y lo que veo me gusta menos que poco. Anda pesadamente, la mitad de las veces que habla, tose, y cuando nos encontramos al borde de otra zona donde el humo es más denso, juraría que le oigo cagarse en todos los muertos de los Vigilantes.
-Allí hay algo –dice entonces Tamina. -Más allá del humo. Hay más vegetación y menos quemada, así que como mínimo, conseguiremos alejarnos de lo peor.
Nadie le lleva la contraria, pese a que Clove vuelve a escupir al suelo.
-Cogeos todos de la mano –ordeno.
Por suerte, la zona de humo más espeso acaba pronto y, al salir, Tamina tiene razón: parece otro lugar, un bosque diferente, verde y donde el aire es respirable. Incluso se ve un estanque con agua limpia a lo lejos y...
Un bulto de color naranja en la orilla.
Soy incapaz de contener la sonrisa.
-¡Hemos encontrado algo! –bramo al aire.
Y esta sólo se acrecienta cuando, poco después, el tributo del estanque se gira para desvelar la cara de la mismísima chica en llamas.
Parece que es mi día de suerte.

FIN DEL CAPÍTULO 43

¡Y hasta aquí podemos leer! Cada vez pilla más cerca la famosa escena de las rastrevíspulas... Pero mientras tanto, ¿qué os ha parecido? ¿Cómo veis la relación entre Clove y Peeta? ¿Y entre Glimmer y Cato? ¿Créeis que habrá alguna sorpresa reservada para el capítulo siguiente? Ya sabéis que todo me lo podéis dejar en un comentario. ¡Un beso!

11 comentarios:

  1. Pobre Clove, sus sentimientos son demasiado evidentes xD. Lo del fuego, waouh :O No me esperaba que afectara tanto a clove! Me ha gustado mucho el Capítulo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Lo cierto es que yo tampoco esperaba que lo fuesen tanto, pero conforme la he ido escribiendo y conocido mejor, me he dado cuenta de que es algo que no se puede disimular, por mucho que se intente.
      ¡Un beso!

      Eliminar
  2. Me encanta la relacion que se esta formando entre peeta y clove, ansio la muerte de glimmer para que deje de molestar... ayyy dios y quiero dialogos mas largos entre clove y cato me encantaaa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! Me alegro que te gusten los diálogos entre Cato y Clove, son sin duda una de las partes que más disfruto escribiendo.
      ¡Un beso!

      Eliminar
  3. ¡Oh, Dios! Necesito ya la escena de las rastrevíspulas, no me la atrases más.
    La verdad es que creo que Cato está más que celoso de Peeta y Clove podría llegar a... ¿odiarle menos? Porque no voy a decir apreciarle.
    La verdad es que es perfecto, como siempre.
    ¡Publica pronto!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se está haciendo esperar, ¿verdad? Jajajaj.
      La verdad es que, a mí personalmente, me parece que Peeta y Clove, sino amigos, podrían haber llegado a llevarse bien en otras circunstancias; una vez que Peeta superase el hecho de que Clove, está loca, claro.
      ¡Un besazo, y muchas gracias!

      Eliminar
  4. Hola, apenas me si cuenta dos estos dos ultimos capitulos. Bueno que decir genial como siempe, pero por amor de Dios Ctato merece sentir un poquito de celos no?? Bueno eso pienso yo. No se Celos de Peeta o Marvel pero algo que me indique que tiene sangre en las venas.
    Ya quiero ver las rastrevispulas.. Coincido con Victoria.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias! La verdad que nunca me he planteado demasiado escribir sobre los celos de Cato en la Arena, sobretodo porque no creo que Clove llegase a tener una relación tan cercana con ningún tributo como para que él pudiese llegar a sentir celos; aunque sí que sería muy propio de Cato xD.
      ¡Un besazo!

      Eliminar
  5. Hola, apenas me si cuenta dos estos dos ultimos capitulos. Bueno que decir genial como siempe, pero por amor de Dios Ctato merece sentir un poquito de celos no?? Bueno eso pienso yo. No se Celos de Peeta o Marvel pero algo que me indique que tiene sangre en las venas.
    Ya quiero ver las rastrevispulas.. Coincido con Victoria.

    ResponderEliminar
  6. La historia es buena pero siento que en este punto la estas contando a cuentagotas, quisiera saber la parte de las rastrevisculas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias! Si te refieres a lo que tardo en publicar, tienes toda la razón; me gustaría pdoer ser mucho más rápida, pero entre lo que me cuesta sacar un hueco y lo mucho que tardo en ponerme a escribir, se me hace casi imposible. Pero si te refieres a la forma en que están contados los capítulos, es curioso, porque con lo que me cuesta a mí que avance la trama, me daba la impresión de que, desde que entran en la Arena, lo estaba acelerando muchísimo.
      De cualquier manera, muchas gracias por pararte a dejar un comment, y un besazo!

      Eliminar